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Fernando Manzanilla cree que la falta de agua, es el reto que esta ahogando a Puebla

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En el 2018 un equipo multidisciplinario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) vaticinaba que en cinco años muchos municipios poblanos tendrían problemas con el abastecimiento de agua. Desafortunadamente al cumplirse este plazo, en este 2023, vemos que no se equivocaron.

En el Plan Estatal Hídrico, realizado en ese momento, se consideraba que la ciudad de Puebla, Tecamachalco e Izúcar de Matamoros enfrentarían inconvenientes con el abastecimiento de agua, debido al incremento de su población y a la veda de los mantos acuíferos de las cuencas Cerrada, de Tehuacán y del Río Salado.

Este fenómeno, conocido como estrés hídrico se refiere a la situación en la que la demanda de agua supera la disponibilidad del vital líquido, lo cual ya ocurre en muchos lugares del país, entre ellos la ciudad de Puebla. Aunado a ello, esto se acentúa por la escasez de lluvias y la falta de inversiones en infraestructuras de agua adecuadas.

Según datos del Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado de Puebla (SOAPAP), la ciudad de Puebla consume alrededor de 1,000 litros de agua por segundo, mientras que su capacidad de producción de agua potable es de alrededor de 850 litros por segundo. Esto significa que la ciudad está operando con un déficit de agua potable del 15%, lo que contribuye al estrés hídrico.

Además, la mayoría de las fuentes de agua en la ciudad de Puebla están siendo sobreexplotadas, lo que ha llevado a la disminución de los niveles de agua subterránea y a la pérdida de la biodiversidad en las zonas circundantes.

En este sentido, hace algunos días, los integrantes del Comité Promotor para el Rescate del Manantial de Santa María Acuexcomac lo declararon extinto, tras casi treinta años de la extracción de agua en pozos para suministrar el servicio al menos a 86 colonias de la ciudad.

Incluso, investigadores de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) han referido que estos cambios en el acceso al agua potable se han sufrido desde los años setenta hasta la actualidad. De hecho, actualmente la mayoría de colonias de la ciudad reciben el agua por “tandeo”, es decir que se dosifica y sólo hay disponibilidad del vital líquido en ciertos horarios.

Aunado a ello, otro de los factores que repercute en la escasez es la explosión demográfica, que en el caso de Puebla, ocupa entre el cuarto y quinto lugar en metrópolis que están creciendo, con más de 5 millones de habitantes.

A estos hechos se suman las fugas que se registran recurrentemente, muchas de ellas causadas por una falta de mantenimiento eficaz y permanente, así como a que todavía persiste en muchos sectores la carencia de cultura de uso racional del agua.

Tampoco escapa del radar que esta situación se agrava durante esta temporada de calor o estiaje, lo cual disminuye los niveles de los mantos acuíferos y pozos.

Al respecto, integrantes del Colectivo por el Bienestar Social han señalado que alrededor de 300 colonias de la ciudad registran escasez del vital líquido o irregularidades en el servicio, lo cual afecta principalmente a las ubicadas en la periferia tanto al norte como al sur, aunque ninguna zona está exenta.

No pasa por alto que este estrés hídrico también tiene consecuencias negativas para la economía, ya que muchas empresas dependen del agua para su funcionamiento y producción, por lo que la falta de agua puede afectar la productividad, aumentar los costos y disminuir la competitividad de las empresas en la región.

Es por ello que para enfrentar este grave problema en la ciudad se vuelve necesario emprender medidas tanto por parte del gobierno localestatal, así como por la misma sociedad.

Por parte de las autoridades no se puede seguir retrasando el implementar medidas a largo plazo como la construcción de nuevas infraestructuras, así como de tecnologías más eficientes en el uso del agua y la promoción de prácticas sostenibles de gestión del agua.

Asimismo, será necesario seguir sensibilizando a la población sobre la importancia del uso responsable del agua y fomentar la adopción de prácticas de conservación del vital líquido en los hogares y las empresas.

Tampoco puede temblar la mano para castigar a quienes infrinjan la ley y desperdicien el agua potable, ya que son recursos que no se recuperan.

Tengamos claro que es urgente hacer algo hoy, ya que de ello depende la calidad de vida no sólo de las nuevas generaciones, sino también la nuestra propia, ya que sin agua potable no hay manera de vivir.

-Con información de la columna de Fernando Manzanilla para E-Consulta.

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